Supermujeres – Las CEO del transporte de cargas

Hoy estarían de moda, pero son pioneras y detentan un lugar que muchas envidiarían. Son superiores; manejan la casa, la familia y la empresa. Las características propias de las mujeres como la lealtad, la preocupación, la sensibilidad a las necesidades de los demás, la solución de problemas y conflictos, reflejan un estilo de liderazgo integral y representan un enfoque constructivo para cualquier negocio.

Como todos saben, la mayoría de las empresas de transporte de cargas en Argentina, son empresas familiares. Pero poco conocemos de quienes ocupan un rol fundamental en ellas, aportando valor, diversas formas de influencia y ventajas competitivas únicas. Y hablo, por supuesto, de las mujeres de la familia. Mujeres que sienten pasión por lo que hacen, que llevan en las venas al transporte de cargas. Para que sepamos más acerca de ellas, convoqué a este grupo de mujeres maravillosas. Algunas por casamiento, y otras por generación, pero todas eligieron esta profesión tan apasionante como exigente.

A la cita asistieron: Inés y Analía Milito, de Logística Milo; Susana y Andrea Camarasa, de Transportes Camarasa; Romina y Rocío González, de Fenix Cargo y Lucía Galeano, de Aconcagua Transportes. 

Por María Laura Labayen

Las Supermujeres

 

Vamos a empezar esta nota contando la historia de cada una, ¿Cómo empezaron en el transporte?

Inés Milito: Yo empecé por casamiento. Trabajo en la empresa desde hace 49 años. No tenía nada que ver con el rubro, trabajaba en un estudio contable y conocí a la prima de mi marido, que era una compañera. Me invita a su casa y ahí lo conocí a Alfredo. Después de un tiempo comenzamos a salir y nos casamos. Seguí trabajando en lo mío, pero cuando nació mi primera hija, Analía, me sumé al transporte porque tenía que acompañarlo, no me podía quedar en casa. Cuando empecé a trabajar, la empresa era chica, es una empresa que existe desde el año 1905, que comenzó el abuelo de Alfredo, después siguió mi suegro, mi marido y ahora mis hijos, Analía, Gastón y Luciano, y también están mis nietos. Ya se sumó la quinta generación. La empresa comenzó con carros a caballo, después vinieron los camiones y, más tarde, las camionetas. Hicimos fletes, en un momento, porque el país siempre te da esos golpes, un día estás arriba y después tenés que volver a comenzar. Y cuando se sumaron los chicos, mi hijo más chico, Luciano, siempre está buscando cosas nuevas y pasamos de ser una empresa de transporte a tener logística, depósito fiscal, Lavadero de isotanques, comercio exterior, tratamiento del agua y más.

 

¿Y qué rol ocupaste?

Inés Milito: Siempre en la parte contable, en la parte más fea, en la que te peleas con todos y tenés que hacer muchísimos trámites. Antes, por ejemplo, teníamos que ir a la AFIP personalmente, no era como ahora, hacíamos filas interminables. Y cuando se vencía el IVA, tenías que ir personalmente a pagarlo, estabas dos horas y de golpe se cortaba el sistema, y tenías que seguir esperando.

Analía Milito: Yo comencé a ir a la empresa desde el secundario, cuando teníamos vacaciones de invierno y verano, siempre íbamos a colaborar. Cuando termine la escuela era algo de todos los días, aunque estudié para maestra jardinera, pero continué en la empresa, en la parte contable. Y lo volvería a elegir. Trabajo con mis hermanos y además con mis hijos.

 

Susana, decías que igual que Inés, comenzaste en la empresa por casamiento, ¿cómo fue esa historia?

Susana Camarasa: Si así es, y eso que mi padre tenía transporte, pero comenzar con los camiones fue con Juan Carlos, mi marido. Transportes Camarasa S.A. es una empresa familiar de transporte que comenzó alrededor de los años 50, la inició el papá de mi marido, y Juan Carlos se incorporo siendo muy chico (13 años) porque su papá se enfermó, entonces era apoderado de los despachantes con los cuales trabajaban y hacia los tramites de las cargas. Y luego continuó él durante más de 30 años. Trabajamos juntos hasta el año 1991, cuando el falleció y yo seguí adelante sola, con mis hijos Andrea y Fernando. Siempre me ocupé de todos los papeles, de lo contable, y él de los camiones. Pero al final, terminé haciendo todo.

Prestamos servicios de cargas generales de corta, media y larga distancia, contenedores, cargas peligrosas, servicios logísticos y depósito de mercadería.

 

Ustedes se incorporaron en lo que es organizar, porque creo que coincidimos en que somos más organizadas…

Inés Milito: Claro, porque antes no se tenía la costumbre de llevar todo tan organizado, entonces de golpe se encontraban con que se le juntaban muchas cosas para pagar y eso complicaba todo, porque los intereses seguían corriendo y no se daban cuenta. Eso es lo que, en mi caso, tuve que organizar.

Susana Camarasa: yo siempre lleve los papeles de Juan Carlos, trabajando a la par cada uno en lo que sabía hacer. Yo desde la oficina hacia la administración , bancos , impuestos y recibía los pedidos de servicios de los clientes, antes no había celulares así que con los camiones te comunicabas por medio de radio llamadas, y la base estaba en la oficina donde estaba yo.  Juan Carlos después los organizaba según el pedido y camión.

 

Y vos Andrea, ¿cuándo te sumaste?

Andrea Camarasa: Igual que Analía, creo que todas, desde que tenemos uso de razón, colaboramos en la empresa. Me acuerdo de que era muy chica, y mi mamá me decía, ‘voy hasta el banco’ y ya sabía que cuando sonaba el teléfono tenía que anotar todo para después transmitírselo. Y en las vacaciones era la tarea habitual, atender los pedidos, llevar papeles a los clientes y a veces iba a buscar pagos.

 

Pero estudiaste arquitectura, ¿por qué elegiste el transporte?

Andrea Camarasa: Estudiaba arquitectura de noche y durante el día hacía cosas para el transporte, obviamente que mucho menos porque la carrera de arquitectura te lleva mucho tiempo. En el año 1993 comenzamos con la obra de las instalaciones que estamos actualmente, donde estuve a cargo de la misma desde cero, es algo así como mi primer hijo el deposito (risas). Pero después me sume a mi mamá y  hermano en la empresa e incorporamos logística, sumados a  otros servicios anexos,  siempre con la meta de crecer. Empezamos a organizarlo con sistemas, con certificaciones, en este cambio generacional en el cual  vas aportando cosas nuevas, y desde el año 2000 estoy 100% en el transporte. Luego hice varios cursos en IRAM sobre Normas de Calidad, implementación, gestión y auditorias etc., y luego un postgrado en UADE de Administración de Pymes para sumar conocimientos a la empresa.

 

¿Y en tu caso Lucía, sos tercera generación en Aconcagua Transportes?  

Lucía Galeano: Sí, soy la tercera generación en el transporte. Voy a la empresa desde muy chica, al principio iba más jugar y a medida que fui creciendo, comencé a hacer otras cosas. Fui a la universidad y seguí la carrera de administración, después contabilidad. Terminé todo, mientras trabajaba en la empresa. Aconcagua es una empresa que tiene más de 70 años. La empezó mi abuelo, y hacía transporte general. Recuerdo que me contaba que a veces transportaba frutas y algodón, y como decía Inés, en el país cambia la economía, la política y vos tenés que adaptarte a lo que viene y él lo hizo. Se empezó a dar cuenta que había cosas esenciales que siempre se necesitaban, y es así, como en el año 60, comenzó con el transporte de harina, de cemento, especializándose en el transporte de sustancias secas a granel. Después se sumaron mi tío Alejandro y mi papá, Pablo. Y con ese empuje, que hace que la otra generación te siga, creo que le dio impulso a seguir adelante y a seguir expandiéndose. Sumar nuevos desafíos, fueron los primeros en hacer polímeros plásticos en los 90´, también hace más de 20 años están en minería, y nunca se quedaron, hicieron nuevos depósitos y yo crecí con ellos, con personas que siempre siguen adelante.

 

Y ustedes, ¿cómo comenzaron?

Romina González: también comenzamos en el secundario, iba a la empresa, hacía algunas cosas de cadetería, y cuando terminé quinto año, comencé la carrera de despachante de aduana, pero no me dejaban ir a trabajar a la empresa. Nosotros le hacíamos la logística a Jumbo y a Cencosud y me enviaron a un depósito en Munro. Recuerdo que me levantaba a las 6 de la mañana para estar en el depósito a las siete, y me subía a mi 128 y hacia allá iba. Desde Avellaneda a Munro. Ahí trabajé 6 meses. Y después empecé de lleno en la empresa, hace ya 24 años. Hice, además, la Licenciatura en Comercio Internacional, pero nunca quise trabajar de lo que estudié porque me encantaba estar en la empresa, y hoy me pasa. Lo siento como una pasión. Creo que si no, con todo los temas que tenemos, no podríamos. Yo me siento una privilegiada de lo que hago, me encantaría que mis hijos puedan sentir la misma pasión, trabajo de lo que quiero porque me gusta y eso no tiene precio. Para mí este trabajo es como una Guardia en un hospital, uno llega a la empresa y no sabe nunca lo que va a pasar. Tenés que estar siempre alerta, con los cinco sentidos.

Rocío González: También comencé hace unos 17 años, en la empresa que era de mi padre. Mis inicios fueron en un puesto medio mecánica, medio cadetería y lo que nadie quería hacer, porque mi papá quería que estudie, no que solo trabaje. Entonces como que me daban los trabajos que no me iban a gustar y la verdad que fue lo que me gustó, por eso estudié ingeniería industrial, que era como lo que más me daba mi perfil, porque no quería ser mecánica, me gustaba la administración, pero también me gustaba la parte técnica.

 

¿Cuándo decís mecánica, hablas del pañol?

Rocío González: Sí. Me mando al pañol con el overol. (Risas). Al principio las pasantías del colegio, que eran obligatorias, las hice en una Inmobiliaria en la boca, liquidaba las expensas de los conventillos y las repartía. Cuando pasaron esos 6 meses, comencé mi carrera. Las dos estudiamos lo que elegimos, lo que queríamos ser. Siempre cuanto que lo primero que manejé fue un autoelevador. Después me fui posicionando más en la parte administrativa, en la facturación y pago a proveedores, sueldos, etc.  Y desde hace unos 4 años nos independizamos, formamos con Romina nuestra propia empresa, que se llama Fénix Cargo, y está liderada por dos mujeres. Y la verdad que estamos superorgullosas porque cada día nos va mejor y cada día podemos crecer un poco más y cubrir más frentes.

 

¿Cómo se sienten en la empresa? ¿Cómo es el trato?

Inés Milito: Siempre fue un trato muy cordial. Antes yo conocía a todos, ahora la empresa es más grande y son muchos empleados, pero siempre fue como una familia. Entonces fue agradable porque aceptaban la integración.

 Analía Milito: a mí lo que más me costó fue poner mi voz en la mesa. Me costó mucho con mis hermanos y mi papá. Pero es porque era algo de varones, no por otra cosa. Con los empleados no, nunca. Pero ahora ya es algo muy natural. Estamos todos iguales.

Susana Camarasa: siempre fueron muy cordiales las relaciones con todos, empleados, proveedores y clientes, algunos de muchos años.

Lucía Galeano: Con los empleados siempre fue todo con mucho respeto y cuando me incorporé a la empresa, mi tío y mi papá, siempre me dieron un lugar. Creo que ellos se fueron preparando, que nosotros nos íbamos a incorporar a la empresa, así que desde el primer día todo está más que bien. Pero en la toma de decisiones, si mi opinión no se tenía en cuenta, yo no lo tomaba como algo sexista que me dejaban de lago por ser mujer, sino porque mi idea o mi perspectiva no era la indicada, y eso tiene que ver con la experiencia que cada uno tenga sobre el tema que se está tratando.

Andrea Camarasa: Respecto a las decisiones, creo que en cualquier familia, de nuestra generación, es como que lo que decíamos las chicas estaba un poco más cuestionado antes. Algo que ahora no sucede. Siempre fue muy familiar el trato, cuando éramos chicos en ese entonces eran pocos choferes, y algunos que teníamos más confianza nos iban a buscar al colegio. Uno de ellos trabajó con nosotros más de 35 años, imagínate que era parte de la familia, me enseño mucho respecto del transporte y se convirtió en mi amigo.

Romina González: es que si pasa algo entre hombres pienso que lo solucionan de otra forma. Con la mujer tenés que dialogar y por lo general al hombre le cuesta el diálogo, entonces ahí la mujer gana. Gana sobre el diálogo.

¿Qué valores destacan de esta profesión?

Andrea Camarasa: siempre que sea una elección es sumamente valorable. Pienso que cualquier profesión tiene cosas buenas y cosas malas. Está muy bueno que se hayan incorporado mujeres a esta profesión, que se animaron, y nosotras que nos sumamos, porque la vida ya nos llevó a esto, y lo elegimos todos los días. Cuando esta tan de moda empoderar a las mujeres, esta bueno destacar que a nosotras nos empoderó la familia con su apoyo y ejemplo.

 Lucía Galeano: para mí este trabajo te da como un superpoder, como que te paras de otra forma, distinto de aquel que tiene un trabajo más tranquilo, con un horario más estricto. Es como que resolvés todo.

Romina González: las resolvés de otra forma, sos pragmática.

Andrea Camarasa: exacto, creo que está bueno hacer valer tus derechos desde ese lugar. Del lugar que podés hacer cosas y no te pones limites por ser mujer.  Mas ejemplo que mi mamá que siguió sola en un rubro de hombres y con tan buenos  resultados, creo que no hay.

Rocío González: es que yo creo que nosotras, las que estamos en esta mesa, no crecimos con el machismo y el feminismo, a mí me da igual.

 

La decisión. ¿Cómo se toman las decisiones?

Andrea Camarasa: hay cosas que ya están incorporadas, creo que muchas se van aprendiendo porque lo vas respirando. Me pasa que muchas veces me piden que resuelva yo temas, porque hablar con una mujer permite entablar un dialogo diferente.

¿Hay más mujeres trabajando en sus empresas?

Analía Milito: si muchas, nosotros tenemos en Logística Milo un 15%.

Rocío González: nosotras estamos pensando en tomar conductoras mujeres.

Inés Milito: Son muy prolijas, cumplen, la carga llega a tiempo, la mujer es mucho más estructurada.

Andrea Camarasa: Nosotros somos una empresa con 70% de mujeres en la Dirección, pero no así en la planta de colaboradores, son 100% hombres, porque se dio así hasta ahora.

 

¿Cómo combinan sus hogares con este trabajo?

Susana Camarasa: La oficina estuvo mucho tiempo en mi casa, en una oficina aparte pero en el mismo edificio, lo que me permitía trabajar y estar atenta a las necesidades de mis hijos, atender la casa y demás.

Analía Milito: hice lo mismo que hicieron conmigo. Desde chiquitos, mis hijos, estaban en la oficina, los llevaba al colegio y volvían a la oficina. Y ahora ya están trabajando en la empresa.

Andrea Camarasa: yo también trabaje con mis dos hijos en la oficina, combinando el trabajo y la atención de ellos mientras eran bebés,  tengo todavía un cartel en mi oficina que dice “este es un maternal clandestino” que me lo hizo mi marido. (Risas). Estaba el corralito, el columpio, los juguetes, todo!!. Es muy común ver en las empresas familiares a los chicos dando vueltas. Los dos aprendieron a caminar en la oficina y como conocían las marcas de los camiones!!! Venia el contador a reunirse, y seguro terminaba con algún bebé a upa, era algo natural, y yo no me perdí su crecimiento en absoluto.

 

Y según su opinión, ¿qué es lo que está faltando en el transporte?

Romina González: creo que habría que poner una escuela de choferes. Un lugar donde se aprenda desde chico el oficio. Le agregaría profesionalismo de verdad.

Inés Milito: en la Ciudad de Buenos Aires se está hablando de poner una escuela, pero para que se especialicen.

Romina González: eso sería un valor agregado, impresionante…

Rocío González: es que este es un trabajo en el que si lo haces por la plata, que es buena, es muy complicado de mantener en el tiempo. Entonces no tenés constancia, porque vas a estar yendo de empresa a otra, hasta que pensás que llegaste a una buena empresa, que te da un buen camión y te pagan bien. Pero es un tiempo corto.

Romina González: igual hay una realidad y es que la sociedad está en decadencia y eso se ve en todas las profesiones. No hay amor por lo que uno hace. La gente, lamentablemente hoy, trabaja por la plata.

 

¿Y hubieran elegido otra profesión?

Inés Milito: no, es algo que siempre me gustó. Además, todos los días ocurre algo distinto…

Andrea Camarasa: yo la elegí. Trabajé un tiempo de lo que estudié, pero es como que el corazón siempre está acá. Y siempre volvés y además es lo que sabes hacer. Está bueno que todas pudimos estudiar lo que queríamos y avanzar sobre eso, porque te da otro tipo de conocimientos. Lo que estudias, queda en vos siempre, ejerzas o no, forma parte de tu ser y tu forma de encarar tu trabajo y organizarte.

Romina González: cuando me tocó profesionalizarme, elegí una carrera que es a fin al transporte, la cual me llevó a vincularme con otras profesiones, de las cuáles aprendí mucho al interactuar y hasta competir. Pero el transporte terminó siendo mi genuina profesión y la volvería a elegir, una y mil veces. Me dio mucho, hasta inclusive, formar una familia. Y por eso estoy más que agradecida.

Andrea Camarasa: tal cual, porque aprendes de otras cosas, y te abre ciertas ventanas que quizás si no lo hubieses hecho no tendrías ese conocimiento.

Susana Camarasa: no, la volvería a elegir. Porque lo disfrute y lo disfruto mucho. Yo soy diseñadora de modas y alta costura, nada que ver, pero después empecé con los camiones acompañando a mi marido, y fue parte importante de mi vida. Siempre quise que Andrea estudiara lo que quisiera y decidiera ella su futuro.

Lucia Galeano: Depende, me encanta lo que hago porque estoy aprendiendo y haciendo cosas sin parar todo el día, pero si mi familia estuviera en otro rubro también los seguiría. Creo que si la familia toda junta tira para el mismo lado, se llega más lejos. Es una forma de dar una mejor calidad de vida para todos, seamos parte de la empresa o no. Todos aportamos en algo, los que trabajamos dentro y los que hacen de soporte emocional para los que estamos ahí.

 

Pero además Susana vos fuiste la primera mujer en la Cámara de transporte…

Susana Camarasa: sí, así es. Antes venía Juan Carlos y después seguí yo. En mi cámara, PAETAC, fui la primera mujer. Y yo los callaba un poco porque hablaban mucho de futbol, así que les decía, “si seguimos hablando de fútbol yo me voy”. Y había una campanita, entonces cuando yo me quejaba, el presidente los hacía callar. Llamaba al orden. Ahora no sucede porque creo que hay otros tiempos. Después se incorporó Andrea y veníamos las dos, y más adelante veníamos con Juan Cruz bebé, mi nieto, a las reuniones, me acuerdo que varios de los integrantes de la comisión lo entretenían con sonajeros hechos con botellitas de gaseosa y piedritas del cantero de la casa de Coronel Salvadores.  Siempre fue muy amable el trato ¡!!

 

Y alguna anécdota que les haya pasado…

Rocío González: tengo una muy graciosa, que me pasa todo el tiempo, y que ya no debería pasarme. Vamos a comprar los repuestos a una casa que está cerca de la oficina, que vamos todos los de la zona y hay días que me visto más elegante que otros, y ese día tenía un vestido. Y me dice el mecánico, “faltan tacógrafos”, así que fui a comprarlos. Y bueno, ese día abro la puerta de la casa de repuestos y el señor me dice: «no linda, mira que acá repuestos de máquinas de cocer no hay». Así que le dije, “no sé si tus hijas sabrán cocer, ya en mi escuela esa materia no estaba, pero necesito 40 cajas de tacógrafos”. Y enseguida uno de los empleados que me conoce me empezó a atender, con el dueño escondido.

Lucia Galeano: Cuando era chica, en diciembre, mi trabajo era juntar todas las tarjetas que mandaban los clientes y los proveedores deseando “felices fiestas” para pegarlas en la pared. Hacía como una especie de “collage” y también ensobraba las nuestras para mandarlas. Lo lindo era que cada tanto mi tío o mi papa, pasaban y se quedan un rato conmigo ayudándome porque eran tantas que tardaba días en preparar todo, y siempre cuando iba aparecía mi abuelo y nos quedábamos juntos terminando todo. Después se dejaron de hacer en físico porque las mandaban por mail, ¡¡¡y me dejaron sin trabajo!!!.

Andrea Camarasa: a mi hijo en salita de 3 le preguntaron qué hacían sus papás y él contestó: -mi mamá maneja camiones. Así que tuvimos que organizar merienda con galletitas con formitas de camiones, para los 30 nenes de su salita con muestra de camiones actuales e históricos que aportaron de un museo del barrio, “LO DE GUSTAVO EN POMPEYA”.